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Nuestras redes sociales

Adrian Fundora García

Reencuentros, correlatos y reinvenciones

La muestra fotográfica está compuesta por imágenes variadas, tomadas por el autor en La Habana (Cuba), durante una estancia de trabajo de campo etnográfico con fines exploratorios, realizada en el verano de 2022. Tras dos años y medio de ausencia, dicha estancia tuvo como objetivo un reencuentro con los interlocutores, con atención a las dinámicas sociales en las localidades en donde estos desarrollan sus vidas. En todo momento, desde el llamado punto o lugar de enunciación etnográfica en el que me sitúo -como un “antropólogo nativo”- los relatos siempre fueron correlatos y el reencuentro cultural, una reinvención de la propia cultura, con la consecuente creación de una nueva: la generada a través de las interrelaciones sociales y mediante la producción de subjetividades activas. Esas mismas interacciones -o culturas- que terminan, simétricamente, por transformar o tocar la esencia de lo uno es, sin llegar a ser nunca la misma persona a partir de la experiencia etnográfica.

A papel y lápiz: ´como un bodeguero de verdad´

En palabras de un interlocutor, ser bodeguero “no es un oficio para cualquiera”. Hacer las cuentas mentalmente o a papel y lápiz “como los bodegueros de verdad, los de antes [del triunfo de la revolución]” es la práctica que ejemplifica el autocumplido. No había nacido en 1962 cuando fueron estatalizadas las bodegas y racionado-subsidiada la canasta básica de alimentos. Y como otros tantos cubanos, para él tampoco hay una respuesta clara frente a la problemática del antes, cuando “había de todo, pero no para todos” y ahora, cuando “toca para todos, pero hay menos o casi nada”.

Entre lo ´normado´ y lo ´liberado´

Durante seis décadas, el sistema de racionamiento cubano ha sido creador de artefactos materiales, códigos y conceptos, con significados que trascienden los eufemismos lingüísticos. Desde entonces, el acceso a los alimentos, la planificación económica y las distintas maneras de concebir el consumo están mediadas por la división entre los conceptos de ´lo normado´ [racionado-subsidiado] y ´lo liberado´ [oferta-demanda]. En el presente de crisis económica, el concepto de ´lo normado´ se ha expandido hacia el mercado de oferta-demanda e impuesto algunos de sus códigos, como la ´venta controlada´ y los procesos de ´bodeguización´

Viendo la vida pasar en colas

Las colas alrededor de los comercios para comprar alimentos y mercancías básicas se ha convertido en un aspecto cotidiano de la vida en la capital del país. Estas varían según cada municipio del país, en extensión y durabilidad, estrato socio-económico, origen étnico, etario, de género, ordenamiento o aparente desorden, mecanismos de vigilancia estatal, etc. Constituyen un espacio en donde se generan conflictos, discursos, sociabilidades, tácticas y estrategias de supervivencia, prácticas de mercado negro y un variado espectro de discursos político, en donde los cubanos se replantean sus relaciones con el Estado, totalizado bajo la figura histórica de la revolución.

Los ´coleros´ nocturnos

En la actualidad, no solo en el horario diurno se hacen colas para comprar productos alimenticios, mercancías básicas y combustible, sino que también estas forman parte de la vida nocturna habanera. Desde horas tempranas de la noche, algunas personas -predominantemente adultos mayores y de mediana edad, negros y mestizos- pernoctan para asegurarse un lugar en la fila. Algunos lo hacen para comprar y revender luego el producto o su propio lugar. Estos sujetos han sido bautizados como los coleros, quienes cumplen un importante rol en la expansión actual de la economía “informal”.

´El trabajo forja al hombre´

Los ´trabajos voluntarios´ fueron implementados en Cuba por Ernesto Che Guevara a inicios de la década de 1960, pensados como formas de trabajo colectivo, para generar un apoyo masivo y monetariamente desinteresado a las actividades económicas de la revolución, al tiempo que propiciarían un espacio de cohesión social a nivel comunitario, a partir de la relación dialéctica entre “sociedad” e “individuo”. De esta manera se fortalecería la “conciencia revolucionaria” en los jóvenes y forjaría el “hombre nuevo”. La imagen muestra la convocatoria reciente a uno planificado por los Comités de Defensa de la Revolución [CDR] en una unidad residencial de 16 apartamentos. El día pactado, participaron tres adultos mayores de sesenta, setenta y ochenta años de edad. El cartel había sido arrastrado días antes por el viento.

Todo tiene un precio

Debajo del puente en donde se cruzan las avenidas 100 y Boyeros se ubica el Área de Comercialización de Trabajadores por Cuenta Propia, conocido popularmente como el “Mercado informal de 100 y Boyeros”; un sitio más o menos tolerado por el Estado, de re-ventas y ventas prohibidas de alimentos y mercancías. En la actualidad es un espacio de informalidad-formalizada, por mezclarse las pequeñas y medianas empresas de emprendedores privados, autorizados por el Estado, con los revendedores de productos de la canasta básica normada y de mercancías importadas, sobre todo de México y Estados Unidos, por el llamado ´comercio de mula´. “Aquí se compra y vende cualquier cosa y todo tiene un precio”, reza una interlocutora y asidua compradora en ese espacio.

El mar es escapar

Me fui de Cuba para escapar de la falta de futuro”. Nunca pensé que una causa tan aparentemente “subjetiva” conllevaría a un interlocutor de 32 años a su salida “ilegal” del país. No quería seguir dependiendo de las remesas que le enviaban sus familiares en el extranjero y tampoco quería ver el futuro como la prolongación irreversible de su presente. El mismo mar que atraviesan quienes toman la dura decisión y poseen los medios para irse, sirve como una forma de “escape” de la realidad para quienes se quedan en el país. En especial, la vista y el contacto de los habaneros con el mar proporciona esa distracción temporal; un sitio de introspección, reflexión, sociabilidad, esparcimiento y para dejar correr el tiempo.

Los espacios vacíos y la interpretación

La pintura llamó la atención por su potencial contenido reflexivo, en contraste con otros dibujos exotizados y con estereotipos nacionalistas que abundan por la ciudad. Si cada interpretación es una verdad, entonces: ¿qué es la verdad? En la Cuba contemporánea se viven complejos procesos, que abarcan desde la continuidad política de la revolución, como proyecto histórico hegemónico, con una “actualización” o “reordenamiento” de su modelo económico y social, en contraste con los discursos individuales, resignificaciones, distanciamientos -críticos o no-, así como formas de “escape” y rupturas radicales. La “verdad” está lejos de ser única e indivisible, sino que se multiplica según las interpretaciones -o verdades múltiples que rellenan los vacíos- de quienes la experimentan, reflexionan y conceptualizan.

¿Qué es la revolución?

Las revoluciones ocurridas en el siglo XX han sido eventos y procesos totalizadores, caracterizados por una radicalidad disruptiva y creadora de nuevos órdenes, con visiones propias del mundo y ritmos diferentes de experimentar el tiempo y habitar el espacio. Sus propios líderes acuñaron conceptos y teorías acerca de la revolución, en conexión con las propias ideologías. La imagen muestra una representación gráfica del concepto de revolución creado por Fidel Castro, en el año 2000, bajo el contexto del programa ideológico y de impacto social: Batalla de Ideas. En la actualidad, los cubanos de distintas generaciones elaboran sus propias maneras de vivir/definir la revolución, ya sea de forma reproductiva, disruptiva o distanciada del discurso oficial; es decir, sus propias formas de “revolución”.