La muestra fotográfica está compuesta por imágenes variadas, tomadas por el autor en La Habana (Cuba), durante una estancia de trabajo de campo etnográfico con fines exploratorios, realizada en el verano de 2022. Tras dos años y medio de ausencia, dicha estancia tuvo como objetivo un reencuentro con los interlocutores, con atención a las dinámicas sociales en las localidades en donde estos desarrollan sus vidas. En todo momento, desde el llamado punto o lugar de enunciación etnográfica en el que me sitúo -como un “antropólogo nativo”- los relatos siempre fueron correlatos y el reencuentro cultural, una reinvención de la propia cultura, con la consecuente creación de una nueva: la generada a través de las interrelaciones sociales y mediante la producción de subjetividades activas. Esas mismas interacciones -o culturas- que terminan, simétricamente, por transformar o tocar la esencia de lo uno es, sin llegar a ser nunca la misma persona a partir de la experiencia etnográfica.
A papel y lápiz: ´como un bodeguero de verdad´
En palabras de un interlocutor, ser bodeguero “no es un oficio para cualquiera”. Hacer las cuentas mentalmente o a papel y lápiz “como los bodegueros de verdad, los de antes [del triunfo de la revolución]” es la práctica que ejemplifica el autocumplido. No había nacido en 1962 cuando fueron estatalizadas las bodegas y racionado-subsidiada la canasta básica de alimentos. Y como otros tantos cubanos, para él tampoco hay una respuesta clara frente a la problemática del antes, cuando “había de todo, pero no para todos” y ahora, cuando “toca para todos, pero hay menos o casi nada”.